Tu voz
en el destello de tu boca
es una liana.
Me descuelgo
en tu silencio hasta
posarme distendido
entre tus dientes.
Una lengua
incandescente
me abrasa,
a la distancia
incomensurable
de mil leguas submarinas.
Y tu voz
-la siento ahora-
en el medio de la noche,
por sobre y debajo las mareas,
es un canto de sirena.
Hago agua
Contengo el aire
-apenas-
Y disfruto del naufragio.