6.8.10

el tren fantasma va repleto de aves desbandadas

Di de puños a la puerta
abandonada hasta romper
-al unísono del eco-
como madera seca
todos los huesos de mi mano.

Perdí el tren.

Trastabillando en los andenes
fui arando pedregullos y durmientes
con los pies descalzos.

El bolso remendado
dejó caer los bombones que llevaba
en algún punto del camino.

Llegué a la estancia.

Paré en la puerta y golpeé
hasta cansarme y sangrar
en el cantero descuidado
este manojo de flores oxidadas.