14.9.10

ritual improbable

Tanto cuidadoso empeño
y esa minuciosidad de araña
o de hormiga, tejiendo
y escarbando el peñasco
de la duda. Desempañada

la reticencia al derrumbe,
es esto;
el equilibrio necesario
a toda obra constructiva.

Esa parsimonia imperativa
hacia la arista que aguarda
impávida,
sostener al espacio circundante.

Y esas manos suyas, intuyendo
cada gesto, e influyendo en cada punto
la fuerza que hace falta para darle luz
a un mundo entero.

Tanta delicadeza concentrada,
y esa ardua ceremonia
inconfesable,
de hacer entre sus manos
una escultura de aire.

Para que entonces venga
ella
y la destruya, inevitable
al pasarle por encima
con su andar indiferente.

3 comentarios:

Scarlett dijo...

Perfecto.

Hacer y deshacer. Construir castillos de arena a la orilla del mar nunca fue una buena ida.

© L. Godiva dijo...

Oh, noooo!! que no la destruya.

Del equilibrio dependen muchas cosas. Depende, por ejemplo, el arte sin hacer gala de lo excesivo.

Para toda buena obra, un buen lector, ¿no crees?

Saludos!!

atardecerhumanos dijo...

movimento eterno , el movimento de dios